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Anécdotas de nuestro fútbol. El frustrado fichaje de Lolo

Anécdotas de nuestro fútbol. El frustrado fichaje de Lolo

Que la Memoria no olvide…

Por mi edad, uno es ya septuagenario aunque no lo aparente, me ha tocado vivir el mundo del fútbol de los clubes de capital de provincia o ciudades similares bajo la presidencia de los “ponecuartos”, que en nada tienen que ver con aquellos otros modestos presidentes de los pequeños pueblos de nuestra comarca de Talavera de la Reina. Éstos solían tener cierto nivel intelectual, en muchos casos superior al que pudieran ostentar los presidentes de CD Toledo o Talavera CF.

A finales de la década de los sesenta, en los setenta, los ochenta y los noventa proliferaron un modelo de presidentes salidos para un cierto tipo de público y de ambiente. “Movieron masas y crearon adhesiones inquebrantables que llegaron —hasta cierto punto— a ser independientes de si el balón entraba o no. Se metieron en política o fueron cortejados por ella: unos, en busca de allegar esas masas que les seguían y otros, a saber”. Son palabras de un ilustrado que acababa de ver la serie de Movistar sobre aquellos presidentes del fútbol español de los años 90. Y en esta década al frente del Talavera CF figuraba un hombre que para algunos fue calificado como extraordinario y para otros como estrafalario. Se trata de Ignacio Valero Corrochano, máximo responsable del club blanquiazul desde noviembre de 1992 a junio del año 2001.

Nadie de su entorno más cercano, o ajeno a él, puede cuestionar que el tocayo llegó al mundo de nuestro fútbol buscando un escaparate social del que carecía en la Talavera de esos años, muy a su pesar, y que no le había proporcionado su próspero negocio familiar de la confección en ¿la España del pelotazo? No consta, al menos no a mí, que la afición de Ignacio por el fútbol le hubiese llegado de sus años de juventud tras la práctica en algún equipo de barrio o de colegio. Miembro de la junta directiva de Juan Julián Bermúdez Rioja —ya fallecido— accedería al cargo tras la dedicación de aquel a la política activa. Era la temporada 92/93

Desde sus primera decisiones Valero se caracterizó por imponer sus criterios “con razón o sin ella”, tal vez ¿cómo la fórmula aplicada en llevar su exitosa empresa? Puede que así sea, pero lo cierto y verdad es que toda su gestión estuvo preñada de polémicas, algunas de las cuales vamos a reflejar en esta sección “Para que la Memoria no olvide…” de “Aquellos presidentes de nuestro fútbol”.

Hay que ceñirse a la temporada 1995-1996. En España predominaban los presidentes mediáticos como Jesús Gil, Josep Lluís Núñez, Ramón Mendoza, Manuel Ruiz de Lopera, Ruiz Mateos con su Teresa Rivero, Agusto CésarLendoiro o José María Caneda, por no extendernos más en el amplio panorama dirigente de nuestro deporte rey de entonces. Se puede afirmar, y así lo recogen las hemerotecas, que la sola presencia de los nombrados “era garantía de peleas, victimismo, política, problemas con la justicia, sueños de grandeza, pero por encima de todo mucho ego y espectáculo mediático. Una generación irrepetible capaz de convertir una de las mejores ligas de Europa en el centro del universo futbolístico, destacando el clímax de la mítica Liga de las Estrellas de la temporada 1996-1997”.

Tras conseguir ascender al equipo a Segunda división B en su medio año de mandato, Valero apostaría por la experiencia de Eduardo Caturla para confirmar al equipo en la misma. Media liga aguantó Valero al entrenador madrileño y sustituirlo por Casimiro Escudero. El equipo no pudo pasar del puesto 14. Ello le llevaría a echar mano de Felines e Iglesias, que en su primera temporada se quedaron a un solo punto de entrar en el play-off, que disputarían Córdoba, Almería, Écija y Real Jaén.

A punto de lograr el objetivo previsto inicialmente, no había que cambiar nada y así llegamos a su tercera temporada completa como presidente. Es la 95-96 e Ignacio Valero ya había puesto a disposición de la entidad blanquiazul buenos dividendos. Y continuó tirando de bolsillo para contratar a jugadores de nivel como el meta Ignacio, Simón, Cobos, Ricardo, Yuste II, Naixes, Peña, Ortega, Criubaldo o el hoy entrenador del Alavés Luis García Plaza. En mitad de campaña el equipo es 7º a 5 puntos de la cuarta plaza ocupada por el Orense.

Antes de final de año el centrocampista madrileño Fernando Moreno es reclamado por el Rayo Vallecano —llevaba dos campañas como cedido en El Prado— y para ocupar su plaza se piensa en el talaverano Manuel Martín del Cerro, Lolo, que era jugador del Torpedo 66 —entrenado por Juanjo Bermúdez— tras su salida del CD Toledo en donde estuvo seis temporadas consecutivas. Todo parece estar atado, pero finalmente surgen dificultades al parecer insalvables. El jugador llegó a manifestar que “el acuerdo parecía sencillo, pero se fue complicando por diversas circunstancias y la verdad es que no me ha dejado un buen sabor de boca, porque creo que se podía haber arreglado antes y de manera diferente”. ¿Qué había pasado?

Según las informaciones de la época, que mientras Valero y el vicepresidente Antonio Serrano parecían haber dado el OK para que Lolo estuviese a las órdenes de Felines, el Real Murcia —equipo de Tercera división— se había puesto de por medio y había ofertado tres millones de pesetas al centrocampista talaverano, que nada tenían que ver con la oferta de 50.000 pesetas mensuales y un suplemento de 20.000 por partido jugado ofertado por Valero. Eran lo primeros días de diciembre y un mes después la noticia dejaba este titular: “Lolo firma con el CP Moralo de Joaquín Caparrós”. ¿Qué había pasado? Que lo de Murcia resultó ser un “bluf” y el conjunto cacereño presidido por Antonio Aldana estuvo diligente para incorporarlo a su plantilla en la que figuraban exblanquiazules como Benito Sir, Rafa Escobar o César Mantecón.

Y allí llegaría Lolo a pesar de que un buen número de aficionados cebollanos le pidieron al presidente José Ramón Madrid para que hiciese un esfuerzo económico para mantenerlo en una plantilla que se encontraba en los puestos señeros y acabaría por ganar la liga y ascender a Tercera división. Con todo, el talaverano llegaría a afirmar que “puede ser dentro de 8 meses o 3 años, pero lo cierto es que volveré al Talavera CF”. Pues no sería así y Lolo jamás volvería a vestir la camisola blanquiazul, aunque con el tiempo sí llegaría a entrenar a algún equipo de la casa. Tampoco supimos, al menos oficialmente, los motivos reales a que el jugador volviera a vestir de blanquiazul.

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