Que la fotografía ha sido desde su invención, en la primera mitad del siglo XIX, un medio valiosísimo para plasmar el pulso vital de las sociedades es algo innegable. A través del nuevo invento de Nièpce se han ido capturando y congelando los instantes en un devenir caracterizado por la fugacidad del tiempo. Las fotos permiten plasmar aquellos momentos efímeros para perpetuarlos en la memoria. Y, precisamente, el valor como herramienta para la investigación histórica es lo que queremos resaltar en esta ocasión. Los fotógrafos de prensa, o fotoreporteros han cumplido y cumplen con un cometido extraordinario para reflejar con sus cámaras, antes analógicas y ahora digitales, la actualidad cambiante pero a la vez prolongada.
El papel que han jugado los fotógrafos locales en ciudades o localidades como Talavera es de especial importancia, en tanto que han sido como el “ojo del tiempo y del espacio”. A través de sus objetivos podemos percibir esa realidad que, a pesar de ser subjetiva, tiende a la objetividad informativa o al menos testimonial. Las noticias y acontecimientos de rango local se dotan con ello de un valor añadido: al puramente textual, escrito, se une el valor de la imagen. Y por aquel dicho manoseado de “una imagen vale más que mil palabras” entendemos que una crónica o apunte informativo acompañado de fotografías gana conceptualmente en su valor periodístico.
Por eso, es una oportunidad maravillosa para que el público talaverano y foráneo se acerque este verano a la exposición LORENZO RODRÍGUEZ GIL: EL OJO DE TALAVERA, que está instalada en el centro cultural El Salvador de nuestra ciudad. En la muestra se pueden observar más de 60 instantáneas de este reportero gráfico talaverano. Rodríguez, junto con sus hermanos, mantuvo abierto durante años un establecimiento de venta de material fotográfico y revelado. Pero fue Lorenzo el que destacó por su buen hacer como artista de la imagen y su avezada labor como periodista gráfico, sobre todo para el semanario La Voz de Talavera, luego convertida en La Voz del Tajo. Su impresionante archivo fotográfico ha sido cedido por sus herederas al ayuntamiento de Talavera, notable aportación al patrimonio cultural fotográfico de la ciudad. Más de 52.000 negativos componen la colección que han sido digitalizados y están bajo la custodia del Órgano Autónomo de Cultural y el Museo Etnográfico de la ciudad. Tras un proceso de catalogación, estudio y tratamiento fotográfico en el que han participado miembros y especialistas de la Asociación Taboracrom y el Colectivo de Investigación Histórica Arrabal, se ha preparado un catálogo impreso que lleva por título Lorenzo Rodríguez Gil. Talavera de la Reina. Catálogo fotográfico (1963-1981). Constituye un complemento ideal a la exposición y en él se han recopilado unas 120 fotografías de las mejores del fondo.
La enorme importancia que tiene el fondo Rodríguez, desde el punto de vista fotohistórico, radica en la variedad de temáticas –ciudad y río, vida política, actividad económica, cultural, religiosa, deportiva y social-, y en una mirada propia del reportero gráfico que ve en el acto o evento fotografiado el valor informativo, al tiempo que, de alguna manera, es consciente de su trascendencia como documento histórico. Y es que, en efecto, gracias al ojo de Lorenzo y su cámara podemos conocer de primera mano muchos de los acontecimientos, hitos históricos y escenas de costumbre y vida cotidiana de la Talavera del tardofranquismo y la Transición. Entre 1963 y 1981 la ciudad experimenta un cambio progresivo importante con sus luces y sombras en el terreno político, económica y social. Desde los coletazos del desarrollismo hasta las coordenadas que el nuevo panorama político establece con la nueva Constitución de 1978 y los estrenados ayuntamientos democráticos en 1979. En medio, un sinfín de fotos que plasman esa vitalidad de la ciudad que arrastra sus tradiciones, a veces adulteradas, y los despuntes del futuro progreso industrial y agropecuario que Talavera puso en marcha con el nuevo plan de regadíos de la década de 1950. El crecimiento urbanístico desordenado, la celebración de muchos eventos que tienen que ver con esa idiosincrasia agrícola, ganadera y comercial de la Talavera de la segunda mitad del siglo XX, y la discreta apuesta por la industrialización en el sector cerámico o de transformación. Sus fotos se han convertido en verdaderos testimonios gráficos de esos años cruciales de Talavera, de ahí su gran valor como documento del patrimonio cultural.
En definitiva, una muestra fotográfica que no dejará indiferente a nadie. Los mayores verán en esas fotos recuerdos, espacios de la memoria ya perdidos, costumbres, tipos y personajes de la vida política, social y cultural del momento que visitaron la ciudad (Marcelino Camacho, Felipe González, Juan Carlos I y doña Sofía, Raphael, Julio Iglesias, Paquirri, etc.). Y para los más jóvenes será una sorpresa descubrir cómo era la ciudad, y el trasfondo sociopolítico y económico que ha dado lugar a la Talavera actual. Conociendo la historia a través de estas instantáneas comprenderemos mejor nuestros orígenes y nuestras claves identitarias, a nivel colectivo e individual.
Todo una acierto este evento cultural de primer nivel patrocinado por el OAL de Cultura y el Ayuntamiento de Talavera de la Reina para disfrute de aficionados, curiosos y especialistas.