En sus andanzas por localidades de la provincia, nuestro protagonista la lió parda en Escalona, Gerindote, Torrijos…
Por Igroso
En nuestra anterior comparecencia habíamos dejado al “bueno” de Aladino “vendiendo sus propuestas para el amaño de partidos”, según había manifestado al juez y la policía el vicepresidente del Málaga CF, tras ser detenido en Madrid. En aquel encuentro, el tal Fernández facilitaría su verdadera identidad, incluido el DNI en donde se demostraba que realmente se trataba de A.D.C. E iría mucho más lejos aún ya que afirmó que —y se pudo escuchar en la grabación de la cinta— que se identificaba como Inspector de Hacienda o que trabajaba con una mutua de previsión. Pero para hacerse más creíble llegó a manifestar “que detrás de él se encontraba una fuerte organización dirigida por un ex árbitro de fútbol que tenía el suficiente poder para asegurar la victoria o el empate del club que accediese a sus condiciones” (das dos millones de pesetas si el equipo juega fuera de su campo o millón y medio si era en casa).
Mas como se suele decir que “la policía no es tonta”, los Servicios Centrales habían identificado plenamente a Adelino. En su informe hicieron constar que “era imposible conseguir lo que vendía, entre otras razones porque eso significaba que en la presunta organización a la que el gallego presumía estar detrás debería tener comprados a la mayoría de los árbitros de Primera división”. La Policía no tardó mucho tiempo en concretar que D. o Fernández no era creíble y que se trataba de un vulgar estafador. Ese mismo día, el 26 de enero de 1989, el vicepresidente del Málaga presentó la denuncia haciendo constar que a las cinco de la tarde tenía una cita en un hotel de Madrid para entregar como prueba un talón de 2 millones de pesetas. El dispositivo montado por la Policía acabó por detener a Adelino en el hotel y ya en comisaría demostrar que detrás de él no había ninguna organización.
SU RELACIÓN CON NUESTRO ENTORNO
¿Y qué ocurrió tras la chapuza de la pretendida estafa? Pues que Aladino se vino a residir a Talavera de la Reina, que como mencionaba al principio de la historia fue cuando entró en contacto con quien suscribe y los compañeros de redacción de la entonces Voz del Tajo. Y aquí llegó tras el juicio con la condición de libertad bajo fianza por varios asuntos anteriores que el querido y admirado compañero Arturo Marqués describió a la perfección en el Nº 72 de la revista Bisagra del 2 de abril de aquel 1989.
En el reportaje se demuestra que Aladino era muy conocido por prácticas semejantes, dejando su particular huella, en localidades como Torrijos y Escalona. En Torrijos residió durante varios años y fue conocido por todo el municipio, donde se ganó a sus vecinos por ese carácter abierto y comunicativo del que ya hemos hablado. Pero asimismo por las deudas que dejó, como bien apuntaba Arturo en su informe. Argumentaba, a la hora del pago, que “en estos momentos no llevo dinero encima, pero ahora te lo traigo” o pidiendo pequeñas cantidades que “te traigo en un momento”, incluso firmando sin rubor alguno talones sin fondos, dejar el pufo de 1.500 pesetas de gasolina, llamadas telefónicas en el Hotel Castilla o las 40.000 pesetas del viaje en taxi que realizó a Málaga para realizar, supuestamente, las gestiones con el club andaluz. Todo esto provocaría que el hostelero Jesús Cabezas o el vendedor de la ONCE Marcelino Labrado Sánchez, que, como otros muchos, confiaron en él y le prestaron 4.000 y 5.000 pesetas, que fuera denunciado o como le sucedería a un expendedor de quinielas al que pagó con un talón sin fondos por valor también de 40.000 pesetas.
En un procedimiento oral, en el Juzgado de Torrijos, fue condenado a pagar una multa de la que fue absuelto cuando la Audiencia Provincial de Toledo admitió que había defectos de forma. Curiosamente, el abogado que le ganó este caso, Juan Tenorio, recibió como pago de su minuta un talón sin fondos. Todo un personaje, en suma, del que sigo insistiendo, en mi contacto, y de otros, con él nunca fuimos presa; tan solo, las cervezas y cubatas que se “gañateó” a nuestra cuenta forman parte de sus “gestas” con nuestro grupo.
Marqués, en su reportaje, añade otras andanzas como con otro abogado también acreedor, que no se anduvo con chiquitas y se quedó con un coche Panda del tal Fernández. También se quedó sin poder disfrutar de un coche Fura, casi nuevo, al igual que le pasaría a Teodoro López Santana, que aún está buscando a A.D.C. por las letras protestadas con las que “pagó” el medio millón de pesetas por el vehículo. Al unísono parece ser que, como actividad profesional, este singular personaje se dedicaba a la venta de seguros como tomador de cierta firma. Y en esta actividad también haría de las suyas, y bien de las suyas, ya que algunos de sus clientes pudieron comprobar que su seguro de coche era papel mojado, sin ninguna validez. Esta fraudulenta práctica la desarrolló con profusión en Escalona, donde Emiliano Vicente sería una de sus víctimas. Cuando se enteró de que un seguro suscrito por 70.000 pesetas —a todo riesgo— no le servía para nada, a punto estuvo de pelearse con él. No obstante, el mismo Emiliano se conmovió cuando Adelino le contó un drama familiar y le pidió prestadas 150.000 pesetas a cambio de un talón pagadero en Talavera el 28 de febrero, fecha en la que en la sucursal le dijeron que no había fondos. En Escalona las “andanzas y correrías” de este pícaro gallego, casado con una nativa de la localidad, excitaron los ánimos de la población en varias ocasiones, contaba Arturo Marqués.
Su paso por la presidencia del club de fútbol local fue fructífero en el aspecto deportivo —El CD Escalona subió varias categorías—, pero desastroso en lo económico. Retenía dinero procedente de venta de lotería, así como de la taquilla —su hijo estuvo como taquillero— y no pagaba ni los autobuses de los desplazamientos ni a los proveedores de material deportivo o de las bebidas para el bar del campo. En 1986, ante el cariz que tomaba la situación, los propios jugadores del equipo convocaron una asamblea del club en la que resultaba grotesca la fila de acreedores que hacían fila para cobrar. A.D.C. no se presentó, con lo que muchos aficionados fueron a su casa a buscarle, faltando poco para que se tomasen la justicia por sus manos. El entonces presidente del club, Pablo Pascual, recogió la “herencia” de una deuda superior a 300.000 pesetas de aquella época.
Conocido y perseguido tanto en Escalona como en Torrijos, se trasladó a Escalonilla, en donde tampoco pagó a su casero. En esta localidad propuso a dos aficionados al fútbol la creación de un equipo del pueblo, asegurándoles que él se encargaría de que “ganasen todos los partidos y ascendiesen año tras año de categoría”. No eran más que “pinitos” de lo que estaba intentando hacer con el Málaga CF, cuando su ambición “rompió el saco”. De Escalonilla, una vez más, saldría como se suele decir “con el rabo entre las patas” camino de Talavera, en donde le conocí y hoy les relato en estos reportajes.
En el “The End” de esta historia, o historieta, 34 años después, nada hemos podido saber de él por mucho que hemos indagado.