Por razones que ahora no vienen a cuento, suelo tener conversaciones con personas de varios países europeos que pasan un tiempo entre nosotros, en nuestra ciudad, con nuestros amigos. Personas que vienen a aprender nuestro modo de vida, nuestra lengua, nuestra cultura. Una de las primeras cosas que aprenden es a hacer la pregunta que encabeza el artículo de este mes, ¿quedamos a tomar algo? Tomemos algo juntos, como sea, charlemos, es algo que parece definirnos como sociedad. ¿Lo aprovechamos?
“Son tiempos de cambio. Nada será lo que era. Todo saldrá bien. Saldremos más fuertes. Todo es incierto”. Estas son las consignas de estos días, lugares comunes que se repiten y se repiten en redes sociales, en las conversaciones entre amigos (online, porque no podemos estar juntos), en los cafés que nos tomamos (en las terrazas de los bares, o en sus puertas, porque ya no podemos reunirnos en la barra ni en las mesas de tertulia).
En nuestro interior, ese que siente zozobra, temor, nerviosismo, rabia, tristeza, sabemos que es cierto que hay un aire de cambio, pero es tan difícil cambiar, ver las cosas con otros ojos, darnos cuenta de que, en realidad, el cambio ya estaba entre nosotros. Fundación Futurart nos reúne aquí cada mes y hace tiempo que cree en estos cambios, en el trabajo de todos para que nadie se quede efectivamente fuera y busca cada año entre los empresarios de nuestra ciudad empresas que rompan los estereotipos, que incluyan los tan ansiados cambios sociales en su práctica diaria. Así que yo también he decido cambiar. Hoy no traigo un libro de ayuda a emprendedores, que busque cómo se forjan los líderes o que sea el testimonio individual de un empresario solidario. Hoy traigo una guía creada por el sindicato CCOO, la confederación de trabajadores que inició su andadura en los años sesenta y cuya filiación comunista originaria no se le escapa a nadie hoy en día.
Son tiempos de cambio, puede ser, quizá por eso debemos empezar a ser solo uno, a dejar de buscar el enfrentamiento y tratar de encontrar soluciones a los problemas que a todos nos acechan. El mercado de trabajo, la organización social es ya otra. Los empresarios son trabajadores y los trabajadores se convierten en empresarios en un mundo donde el empleo ha cambiado de cara y requiere de un esfuerzo conjunto. Las empresas sociales, más allá del viejo cooperativismo, son una salida para muchos desempleados que tienen ahora más que nunca el mundo a sus pies, o en sus dedos, solo con un click en un teclado o en una pantalla.
La Guía sobre economía social y solidaria puede ser un documento útil si estamos pensando en cómo mejorar nosotros, cómo encontrar un nuevo empleo, cómo autoemplearnos y cómo colaborar con mis vecinos, mi ciudad o con toda la sociedad. Se trata de un documento que recoge las definiciones, el marco jurídico, las posibilidades de financiación, las estrategias de desarrollo de los proyectos que queremos llevar a cabo y una pequeña historia de este tipo de concepción empresarial. El debate sobre hacia dónde queremos ir puede empezar desde el prólogo de la guía, lugar desde el que los creadores dejan claro cuáles son los propósitos que les han llevado a la creación de la misma.
No seré yo quien se dedique a aleccionar al lector sobre aquello que debe pensar, sobre una u otra ideología. El lector es siempre capaz de averiguar con qué está de acuerdo y con qué no, pero, a veces, una mirada desde el otro lado puede abrir muchas puertas.
Lo tristemente cierto es que la situación de emergencia sanitaria que estamos viviendo ha puesto ante nuestros ojos los fallos del sistema (laboral, educativo, social, etc.) y hace falta repensar muchas de las verdades que considerábamos inamovibles.
Así que, ¿qué les parece? ¿Nos tomamos algo juntos?