Si hay algo que define bien a esta talaverana, es su sentido de la responsabilidad frente a cualquier situación de emergencia. ¡Quizás! Porque ser médico de profesión y llevarlo en su ADN, le sirva para moverse como pez en el agua en el cargo que ostenta… A sus espaldas muchos años de experiencia en primera línea de la escena política y ejerciendo en puestos de diferentes responsabilidades. En julio del dos mil diecinueve, el nombre de Guadalupe Martín, aparecía en el organigrama del Gobierno de Castilla la Mancha, ahora incluido en el directorio de la Consejería de Servicios Sociales, de la que es Viceconsejera. Hoy nos recibe a corazón abierto, y nos muestra su preocupación ante la pandemia que estamos sufriendo del Covid-19.
¿Háganos un balance de lo que ha sido este tiempo a nivel político y personal como Viceconsejera de Bienestar Social?
Han sido unos meses, dieciocho, de una gran intensidad. Todo el trabajo se ha visto condicionado por la pandemia que estamos sufriendo, con graves consecuencias sanitarias, sociales, económicas… pero sobre todo con un gran coste humano.
Hemos tenido que adaptar todas nuestras decisiones para paliar, dentro de lo posible, todas las necesidades que han ido apareciendo y afectando a las personas desde las diferentes vertientes de su vida personal y social.
Adaptar las respuestas a las necesidades, a la carencia de ingresos, porque no se ha podido mantener el trabajo, o a las nuevas necesidades de las residencias, la atención a las personas con discapacidad, o garantizar la mejor atención a los menores tutelados… todo, ha girado en torno al cumplimiento de las medidas sanitarias, pero con el gran componente que supone la adaptación a las necesidades de las personas más necesitadas.
Todo el equipo de la consejería de Bienestar Social, y la consejera como responsable de todo el equipo, hemos estado volcados con todas nuestras fuerzas.
Su área es ahora mismo una de las más complicadas de gestionar dado el momento que estamos atravesando. ¿Qué carencias básicas tiene su consejería?
Hemos vivido las mismas carencias que en el resto de áreas, con el agravante de que las personas a las que destinamos nuestro trabajo, ya necesitaban antes de la pandemia, una serie de coberturas de apoyo personal en función de sus diferentes necesidades.
En Servicios Sociales no hay techo para garantizar necesidades, no hay límite, porque las necesidades son muchas, y tienen que ser todas las respuestas adaptadas a cada sector. A esto se añade que en la primera etapa de la crisis sanitaria, todos, y digo todos, teníamos las limitaciones lógicas de enfrentarnos a una nueva realidad para la que no había respuestas. Las carencias de sistemas de protección, el cambio de modelos de atención en los recursos sociales residenciales, o garantizar la atención en los equipos de servicios sociales de atención primaria, han sido grandes retos a los que nos hemos enfrentado día a día. Pero las decisiones de un momento, eran incompletas una semana después. Han sido semanas de angustia, de impotencia… tomar decisiones como suspender visitas a nuestros padres en residencias, no estaba en ninguna mente, y esto han sido decisiones muy duras, tomadas en el ámbito sanitario, pero todas han tenido que ser adaptadas a todos los recursos del área social
Hablemos de dependencia y de bienestar social, ¿Cuál es su mayor preocupación en estos momentos?
La mayor preocupación es la vida, sin dudarlo. Esta ha sido la mayor preocupación en estos meses.
Primero hay que tomar todas las medidas para que las personas tengan todas las garantías sanitarias y sociales en todos los recursos en los que se les atiende, pero también es una prioridad garantizar que las personas que se encuentran en situación de pobreza extrema, puedan tener garantizadas sus necesidades más básicas, y muy especialmente cuando hay niños en las familias, o personas con mayor vulnerabilidad.
¿Cómo están afrontando este momento?
Con mucho trabajo, mucha dedicación, y con la esperanza de que el efecto de las vacunas sea palpable lo antes posible.
Necesitamos dedicar mucho trabajo, ha habido que aumentar presupuestos en todas las áreas, y hemos tenido que sustituir mucho personal para que la atención se garantice en todo momento. Todo supone un esfuerzo presupuestario, y una priorización sensata en todas las decisiones.
¿En qué situación nos encontramos actualmente?
Las vacunas ya se están aplicando a residentes y personal de los centros residenciales del ámbito social, lo que hace que haya menos casos. Pero tampoco se puede bajar la guardia, porque siguen apareciendo brotes preocupantes.
Ahora se empezará a vacunar a las personas dependientes que se encuentran en sus domicilios, a sus cuidadores principales y a las auxiliares de Ayuda a Domicilio que les atienden en sus casas en los diferentes pueblos de Castilla-La Mancha.
Junto a esta situación de ir ampliando la aplicación de las vacunas, hay que seguir atendiendo y acompañando en los diferentes procesos de atención social a todos los colectivos. Los ciclos de atención no se acaban con las vacunas. Tenemos que seguir.
¿Cómo cree que será la vuelta a la actividad asistencial habitual?
La atención social requerirá más esfuerzo para superar las consecuencias sociales derivadas de la crisis sanitaria. Será una recuperación más lenta y necesitará más inversión social.
Espero y deseo que la normalidad se vaya imponiendo, pero hay aspectos de la atención social que no volverán a ser iguales. En la consejería se trabaja en nuevos modelos de atención e intervención social, nuevos modelos de sistemas de protección y también en nuevos modelos de atención residencial. Creemos que la atención social debe acercarse más si cabe, a analizar y cubrir las necesidades personales y familiares, en el entorno más cercano. Se abre un tiempo de cambios y gran esfuerzo para evitar salir con mayores desigualdades sociales.
¿Será posible en un breve espacio de tiempo?
No hay varitas mágicas para cambiar la realidad de las consecuencias de esta crisis en poco tiempo. Se necesita reflexión para tomar las mejores decisiones. Pero no se pueden demorar decisiones urgentes que afectan a las necesidades más básicas.
Tenemos una red de grandes profesionales que conocen bien su trabajo y deben ser más valorados y reconocidos socialmente.
Es necesaria, mas que nunca, una gran coordinación entre administraciones. Es necesario el refuerzo del Sistema Público de Servicios Sociales y se precisa una mejor colaboración y complementariedad con el Tercer Sector Social.
¿De qué forma ayudará toda esta situación a mejorar en su conjunto a cómo se atienden a los pacientes y se gestiona la sanidad en las residencias de mayores en nuestra región?
Yo no tengo responsabilidad en la gestión sanitaria, pero sigo muy de cerca las necesidades, porque sigo teniendo una estrecha relación con los profesionales que han sido compañeros míos. Confío plenamente en nuestro sistema de salud. La atención ha estado garantizada en todo momento, sin limitaciones. Tenemos unos extraordinarios profesionales sanitarios.
Sí estoy convencida de que la atención sanitaria en los Centros de Atención Social Residencial para personas mayores, o para personas con discapacidad, debe tener todas las garantías de cobertura desde el Sistema de Salud de Castilla-La Mancha. Creo que la garantía de atención no hay que ponerla en duda. Todos los ciudadanos tenemos tarjeta sanitaria independientemente de nuestra residencia en casa o en un centro residencial.
Son muchas las familias al borde la de exclusión social. ¿Qué medidas se están adoptando para paliar esta situación dese su consejería?
Hay muchas familias con necesidades, somos conscientes de que esas necesidades se han incrementado. La ausencia de trabajo, y el trabajo precario o no reconocido, ha provocado que la visibilidad de las carencias sea mayor.
Hemos convocado ayudas extraordinarias para familias sin ingresos, hasta una inversión de 15 millones de euros adicionales en el Sistema de Protección. A la vez, hemos mantenido las coberturas de las prestaciones económicas que existían previamente. Y a todo esto se ha unido la creación de una prestación estatal tan importante como el Ingreso Mínimo Vital que se va consolidando poco a poco; ya hay 7.000 familias que se benefician de esta prestación, y esta cifra tiene que crecer.
El esfuerzo está siendo muy importante, en el año 2020, se han visto beneficiadas por las diferentes prestaciones unas 50.000 familias en nuestra región.
¿Cree que la sociedad se ha sentido protegida por sus instituciones o ha tenido la sensación de que ha tenido más relevancia el interés partidista y/o territorial?
Quien ha tenido respuesta a sus necesidades, es consciente de que se ha hecho un gran esfuerzo. Comprendo que quien no ha tenido respuesta, porque no cumplía los requisitos exigidos, pueda sentirse menos atendido.
Hemos priorizado la atención a familias con mayores necesidades, eso no se puede dudar. Y lo que está claro es que en Servicios Sociales no se atiende condicionando una ideología.
En las necesidades sociales no puede haber otros intereses que no encajen en el concepto de justicia social. La necesidad de políticas de distribución de la riqueza, son las que motivan que la política social sea una prioridad de un gobierno. Hay gobiernos que no marcan esto entre sus prioridades, pero no es el caso del gobierno del presidente García-Page.
INMA GONZÁLEZ