Esta es la historia de un nombre y un apellido ligados al de su negocio hace ya 45 años, pues las primeras líneas de este libro se escribieron allá por el año 1975 en una pequeña ferretería. Cuatro décadas y media de una manera de entender la vida y que han construido uno de los nombres referentes en el panorama empresarial talaverano: Pedro Durán, Ferretería. Lo que viene a continuación es la entrevista con el empresario… y la charla con el hombre.
Esta es la historia de un nombre y un apellido ligados al de su negocio hace ya 45 años, pues las primeras líneas de este libro se escribieron allá por el año 1975 en una pequeña ferretería. Cuatro décadas y media de una manera de entender la vida y que han construido uno de los nombres referentes en el panorama empresarial talaverano: Pedro Durán, Ferretería. Lo que viene a continuación es la entrevista con el empresario… y la charla con el hombre.
HOMBRE Y EMPRESARIO FORJADOS A SÍ MISMO
La casualidad quiso que nuestro protagonista y su futuro profesional se cruzaran tras comprobar que lo de los estudios en lo que entonces era Maestría Industrial no eran lo suyo a tenor de las notas que conseguía. “Mi padre habló con un conocido que tenía una ferretería y se dedicaba al tema industrial”, recuerda Pedro Durán. “Recuerdo que empecé a trabajar el día 5 de mayo de 1975 y poco a poco fui aprendiendo. Cuando entré, no tenía ni tienda, tan sólo unos vendedores que venían, les hacíamos los pedidos a Madrid y daban mínimo una semana de entrega”. En diciembre de ese mismo año abrieron una tienda de cara al público en la que Pedro despachaba y atendía. Contaba entonces con quince años.
Llegó el momento de “hacerse un hombre” y de cumplir con el servicio militar, optando por realizarlo como voluntario de Cruz Roja en Talavera durante veinte meses. Las condiciones no eran sencillas, porque hacía un día de guardia por dos de trabajo en la ferretería.
Así que con 19 años y un Seat 127, Pedro Durán salía a la calle a vender por los talleres. Aquellos cinco años previos le habían permitido conocer el producto y la gente le iba atendiendo porque le reconocía de su paso por la tienda. Así estuvo durante un par de años hasta que “la empresa empieza a ir mal, sus nuevos dueños no sabían llevarla y en noviembre de 1981 decido establecerme por mi cuenta”, nos explica. Unos meses después, en enero de 1982, Ferretería Pedro Durán da sus primeros pasos con la compra de su primera furgoneta a la que cargaba con todo lo que iba a vender: tornillos, electrodos… “Tengo recuerdos de que en aquellos momentos la gente se reía de mí diciéndome pero pobrecito, ¿dónde vas con eso? Y yo respondía: no, si tengo más material. Pero yo no tenía más material, lo único que tenía eran muchas ganas de trabajar. Y si vendía cuatro, compraba seis y con el beneficio iba pagando…” Por aquel entonces había empresas importantes como Moro, Figueroa e Hijos o La Zamorana; a día de hoy, sólo ésta última ha sobrevivido.
Poco a poco el trabajo va en aumento y, un año después, Pedro abre una pequeña tienda de apenas 30 m2 en la calle Santa Teresa; posteriormente se trasladan a una un poco mayor, de 100 m2, en la calle Navalcán. Hasta que llega la crisis del 83-84 que, como explica el propio Pedro, “no fue una crisis de trabajo sino de dinero. Nos dejaron algunos clientes unas buenas cornadas en forma de deudas. Y, claro, si cuando estás alzando el vuelo te pegan en la cabeza, te caes, y te encuentras sin fuerzas ni recursos. Entonces me dije que, hasta que no estuviera preparado, no volvería a abrir”.
Con esta determinación, Pedro inició su reinvención laboral. Se marchó a la parcela de su padre donde había una nave y, en su interior, la pavimentó con cemento, se preparó unas estanterías y se hizo una especie de pequeño almacén dentro de otra nave que su padre tenía allí para guardar los camiones. Y volvió de nuevo a arrancar, “de cinco hacía seis; de seis hacía siete… y así durante unos cinco años. Yo cargaba la furgoneta por las mañanas y la descargaba por las noches porque sólo tenía un vehículo. Iba recogiendo y entregando a los clientes. Yo compraba, vendía, repartía, facturaba… Lo hacía absolutamente todo”, recuerda con cierto orgullo. En el caso de Pedro Durán, la expresión un “empresario hecho a sí mismo”, no es precisamente un eufemismo, sino pura realidad.
Desde muy pronto vida profesional y personal se entrelazan y Alicia, su mujer hoy y por aquel entonces novia, le echaba una mano haciendo las facturas a máquina. Ambos encontraron una casa en El Chaparral que contaba con una nave de 120 m2 y que Pedro fue llenando poco a poco de material. “Pedía un poco más de material de la cuenta y, según iba vendiendo, iba comprando más y el beneficio lo iba dejando en el almacén hasta que en el año 90 nos trasladamos a estas instalaciones con más de 400 m2. Desde entonces, hemos crecido lo que hemos podido”, confiesa Pedro Durán. Un resumen demasiado injusto para sintetizar los más de 11.000 metros cuadrados de instalaciones que Durán Ferretería tiene a día de hoy en su almacén central de Talavera, con una cartera de más de 5.000 clientes y una base de negocio tan importante como asentada después de cuatro décadas.
Durante este viaje, varios hitos que han marcado la trayectoria empresarial de Durán Ferretería, como la apertura de un almacén en Navalmoral de la Mata, la nave que se hizo en el Polígono Industrial de Torrehierro y la apertura hace tres años de su delegación en Illescas. Entre medias, la incorporación al negocio hace dieciséis años de su hijo David, lo que otorgó impulso y proyección a la empresa y que motiva cierto orgullo a la hora de referirse a ello por parte de Pedro, por mucho que pretenda disimularlo.
LA FERRETERÍA DE ANTES, EL NEGOCIO DE AHORA
Mucho ha cambiado la forma de ver y entender la ferretería industrial, y por su trayectoria Pedro Duran puede analizar el sector desde una atalaya privilegiada. Reconoce que ahora es más complicado que entonces, “cuando la gente de la comarca te venía a comprar, cargaban el producto y no hacía falta ir a visitarla; además no volvían en uno o dos meses. Había mucho trabajo en los pueblos, todo el mundo quería tener sus ventanas de aluminio, sus buenas puertas y todo eso dio mucho trabajo. Pero, hoy, la compra ha cambiado mucho. Antes, la gente podía esperar una semana y hoy quieren el material ya mismo. Y, si no tienes un buen stock, con buenas marcas y a buenos precios, no puedes trabajar”. Pensar hoy en arrancar como hace 45 años, se antoja difícil de imaginar. “Sería imposible, pues tendrías que pelear con grandes grupos que se mueven mucho”, explica Pedro Durán.
En este sentido, el servicio que ofrece Durán Ferretería es difícil de igualar y su labor es ampliamente reconocida por sus clientes; no en vano, un stock de 90.000 referencias lo avala. “Con este número de referencias y 800 proveedores, puede que te falte algo; pero vente con una lista de 20 cosas que necesitas, y si no te llevas 19 poco falta. En Durán Ferretería estamos comprando hoy para vender dentro de 15 días; nos adelantamos”, explica Pedro Durán.
EL SECRETO DE LA PERMANENCIA EN EL TIEMPO
Cuatro décadas y media en un negocio como éste dan para mucho, como repasa nuestro protagonista. “Ha habido de todo, buenos momentos, malos y regulares. Las crisis nos han dado fuerte, porque llegamos a ser 60 personas y hubo que despedir a gente. El cliente también cerraba, y te dejaba a deber”. Sin embargo y a pesar de todas las dificultades, la empresa se ha sobrepuesto hasta lo que es hoy. ¿El secreto?, quizás lo encontramos en la perspectiva de negocio que tiene Pedro Durán: “Al negocio lo que hay que hacer es quererlo, debe ser una prolongación de ti, tu hijo, le tienes que ayudar. Y cuando el negocio te pide, le tienes que devolver lo que te ha dado”, sentencia.
Si determinante es su visión del negocio, no menos lo es su comparativa entre empresario y empleado. “Una cosa es ser empleado y otra es ser empresario. Ser empresario significa, en un momento dado, tener que ceder parte de lo que ya te ha dado el negocio para que el negocio siga flotando. Porque, evidentemente, en el camino hay baches, hay ríos… y tienes que poner una barca para cruzarlos. Eso significa que tienes que volver a invertir tu dinero en el negocio, porque hay un mañana y los malos momentos llegan”.
Si dirigir es tomar decisiones, en la vida de Pedro Durán se deben contar por muchos miles las que ha debido tomar a lo largo de toda su trayectoria; y quien le conoce sabe que a diario. Cuando se le pregunta si se arrepiente de alguna, es tajante: “No me arrepiento nunca de las decisiones que he tomado. Unas me han ido bien y otras mal; de las que me han ido mal he aprendido. Evidentemente hay cosas que no las tenía que haber hecho de esa manera, pero he aprendido cómo no hacerlo. Las decisiones se toman en base a lo que tienes sobre la mesa en un momento concreto; y te puede salir bien o mal. Es como cuando llegas a un cruce de caminos y tienes dos alternativas: derecha o izquierda. ¿Cómo sabes si te hubiera ido mejor por un lado u otro? En este negocio creo que equivocaciones importantes no he tenido, porque entonces no estaría donde estoy. Unas decisiones te traen satisfacciones, otras te dan dolor de cabeza… pero no cambiaría ninguna de ellas. Lo importante es tomarlas a cada momento”.
Si muchas han sido las decisiones tomadas, no pocas deben haber sido las satisfacciones recibidas después de más de 45 años. Una de las más importantes reconoce Pedro Durán fue entrar a formar parte en 1993 de ASIDE (Agrupación de Suministros Industriales de España) por lo que significaba que lo hubieran considerado buen candidato para estar dentro de un grupo de compras de suministros industriales tan importante. “Otra fue cuando pude formar parte de la directiva de ese grupo, continúa, siete años en el consejo de administración tomando decisiones de mi empresa y de empresas parejas a la mía. Satisfacción fue también estar doce años como presidente de ASIDE, lo que me sirvió para aprender mucho de mis compañeros, cómo negociaban…”.
En el escalafón de satisfacciones ocupa un lugar importante, sobre todo por lo que toca al corazoncito, cuando le pidió a su hijo David que se pusiera a trabajar con él. “Tener a un hijo tuyo al lado todos los días, con puntos de vista que pueden ser iguales o diferentes, pero que te sirve de apoyo, fue y es una gran satisfacción. He tenido en la empresa a mi padre, a mi mujer, a mi hermano, a dos hermanas y a mi hijo”.
Pedro tiene claro el axioma que hace tener éxito empresarial: “todo lo que le quieras poner a este negocio, a cualquier negocio, es lo que vas a sacar. Hay gente que poniendo menos es feliz, y me parece bien. Pero a mí me gusta el negocio, venir a trabajar… Tanto es así que no tengo pensamiento de jubilarme nunca. Tengo conocidos con negocios importantes, y con 80 años siguen yendo a la empresa. Pues yo quiero ser uno de esos. El negocio me dará para descansar, para disfrutar, pero sobre todo el negocio para mí es una satisfacción más en la vida. Porque un empresario lo es desde que nace hasta que se muere; ser emprendedor se lleva en la sangre”.
EL FUTURO MÁS INMEDIATO
Ante lo que está por venir en el sector de la ferretería industrial, Pedro piensa que, en la zona en la que estamos, “seguirá más o menos bien. El problema es que las grandes empresas están llegando a acuerdos con multinacionales del sector y los grandes pedidos les están llegando de manera directa. Por eso creamos un grupo de ventas, Bextok, para ser fuertes precisamente a la hora de vender; es un grupo que aquí en Talavera puede que no se note mucho porque no hay grandes empresas, pero fuera, como en Madrid sí que se nota su actividad. En Bextok, la unión hace la venta”.
El pasado se conecta con el futuro en la relación de Ferretería Pedro Durán con sus clientes; así, hoy se atiende a los hijos e incluso nietos de aquellos clientes que comenzaron hace cuatro décadas. “Me siento orgulloso de esta situación y te voy a dar un ejemplo. Es un orgullo profesional y personal haber vendido a clientes como Justino Fernández que fue el padre de Hermanos Fdez. Peño de Calera; y ahora seguimos vendiendo a la compañía, que la dirigen sus nietos. Pero esto es un ejemplo, como éste hay otro buen número de empresas. Han pasado ya tres generaciones. Cuando miras atrás y ves que estás en los 60 años de edad ya y piensas en todo lo que llevas recorrido… Y es que para mí la salud es trabajar y tener situaciones en las que tenga que tomar decisiones por mí mismo; porque el cerebro hay que ejercitarlo; si no, se atrofia, y yo tomo cada día montones de decisiones y eso es porque el músculo, el cerebro, está bien engrasado”, defiende con convicción.
ORGULLO Y SATISFACCIÓN POR LO LOGRADO
La marca, la ferretería, son de sobra conocidas en Talavera y su amplia comarca y objeto de comentarios que ponen a Durán Ferretería como ejemplo de negocio de éxito. Lejos de aumentar la temperatura en el termómetro del ego, a Pedro Durán este reconocimiento le estimula en el día a día. “Las cosas se hacen con ilusión, el mundo se mueve con ilusión y esfuerzo, más que con dinero”.
Todo lo da la seriedad y formalidad en el negocio. En el caso de Durán Ferretería, Pedro tiene empleados que llevan con él nada menos que 30 años, “no les irá mal después de tanto tiempo, señala con una sonrisa. Y no se trata de ego, es el reconocimiento a que has hecho un trabajo como has querido hacerlo, una satisfacción enorme cuando escuchas a gente decir que lo que hemos levantado empresarialmente durante este tiempo tiene una gran envergadura para la zona en la que estamos.
Con 45 años de trayectoria profesional, con los sesenta de edad recién cumplidos, podría antojarse difícil que nuestro protagonista encontrara un motivo para ilusionarse cada día con el trabajo. “Tengo ilusión porque mi negocio esté más controlado, digitalizado ya que no le voy a restar esfuerzo o inversión que necesite. Me ilusiona mantener la plantilla, puestos de trabajo, que la empresa esté más adaptada a los tiempos porque los retos son diferentes. No necesito mucho más que otras personas, la verdad; durante este camino, han surgido varias sociedades que han nacido del negocio “madre” de la ferretería, buscando esa diversificación para mantener con vitalidad el negocio, no aferrarnos a un solo sector, logrando gestionar un equipo humano de más de 100 empleados… Todavía me apetece hacer cosas diferentes cada día, tengo ilusión por hacer cosas nuevas y creo que a eso se debe el crecimiento en otros sectores”. Más de un centenar de empleados, un dato que hace reflexionar sobre la cantidad de gente a la que se ha preparado en la empresa, pues Pedro no olvida que “el desarrollo de un negocio se hace con la gente que está a tu alrededor, porque el equipo lo haces tú, no te viene hecho. Tienes que hacer que trabaje y se desarrolle”.
Siempre en constante evolución para que el negocio no se pare, “estoy todo el día empujando a mi gente. Me siento vivo, con ganas de seguir empujando el negocio. ¿Hasta dónde me van a llevar estas ganas? No lo sé. Me gustaría que tomara el relevo parte de mi familia, que el negocio se siguiera llamando Durán pero no sé qué deparará el futuro”.
EL DÍA DE LA RETIRADA…
Pese a su afán por la inmortalidad empresarial, Pedro es consciente de que, el día de dar un paso al lado, inexorablemente llegará. Preguntado ante esa situación y sobre cómo le gustaría ser recordado, Pedro Durán, lo tiene claro. “Me gustaría que dijeran de mí que fui un tipo trabajador y serio. Todo el mundo sabe que yo, a la hora de entrar en la ferretería soy el primero, y me voy el último. Que fui valiente a nivel comercial, emprendedor”. Sin embargo, esta respuesta se ve reforzada por el comentario que hace tan sólo unos días le hizo un cliente amigo suyo: “Gracias a las manos que has echado, Pedro, a las empresas y empresarios de Talavera en momentos difíciles, muchas siguen a día de hoy abiertas”. Y no se nos ocurre mejor recuerdo con el que pasar a la posteridad empresarial, ni mejor manera de finalizar esta entrevista. Para lo primero, a Pedro, aún le quedan unos pocos madrugones.
VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ