¿Tiene usted niños pequeños cerca? Le pregunto si ha visto usted alguna vez, si ha vivido, el crecimiento de un bebé. Evidentemente, no estoy dando por sentado que todos aquellos que leen estas letras, son padres o lo han vivido en esa primera persona, pero todos nos hemos sorprendido cuando hemos visto la evolución de ese revoltoso niño del vecino que se ha convertido en un hombrecito que ya mide casi dos metros y parece enfadado con el mundo. “¿con lo mono que era cuando era bebé?”. Hemos sido testigos de esa transformación, lo somos cada día, lo tomamos como parte de la vida, la transformación, aprendemos a caminar, a hablar, aprendemos tantas cosas en esos primeros años, es algo natural ¿verdad?
Así que me pregunto ¿cuándo deja de ser natural la propia transformación? ¿por qué oímos tan a menudo que “no se puede cambiar”?
La transformación, la metamorfosis personal, forma parte de la vida. Nadie es quien fue ayer, nadie es quien será mañana. El tiempo, las experiencias, las personas que nos acompañan en el viaje, nos transforman, para bien o para mal, pero negamos el cambio, no queremos verlo, cuando es la única constante; la constante transformación.
Esto es lo que defiende Rafael Santandreu, un clásico ya de la literatura llamada en los estantes de las librerías de “autoayuda”, en su ya clásico también El arte de no amargarse la vida que ya lleva varias ediciones en la editorial Grijalbo.
En la obra de Santandreu, no solo en esta, en todas las suyas, abundan las frases que pueden servirnos para colocar en nuestro estado de Whatsapp, pero en las que quizás no creamos del todo; “no nos afecta lo que nos sucede sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”, “nada es tan terrible”. Puede hojear sus libros y encontrará muchos ejemplos, pero lo cierto es que no son solo frases de autoyuda y, si nos paramos a reflexionar sobre muchos de los ejemplos que recoge en su libro, ejemplos de su trabajo como psicólogo clínico cognitivo, podemos quizá avanzar con nuestro trabajo de autoconocimiento personal y ayudar así a los demás a conocernos también mejor. Quizá si todos supiéramos quiénes somos y dejásemos de amargar nuestra propia vida, podríamos mejorar como sociedad, tratando, por ejemplo, de no culpar a los demás de nuestros propios fallos, de nuestros propios miedos, de nuestras angustias y compartir más momentos de felicidad.
Este tipo de discursos buenistas levantan ampollas, suspicacias, nos vuelven condescendientes con el otro, por lo que Santandreu, conocedor de esta circunstancia, inicia su obra a la que él califica como “el abecé de la terapia cognitiva” aludiendo a los autores e investigaciones que están detrás de este convencimiento personal del autor, respaldada, según sus palabras por “la escuela con mayor base científica”.
Metamorfosis es una de las muchas palabras de origen griego que tenemos en nuestra lengua, que convive con nosotros desde hace siglos, que llega a través del latín que también se transformó en el código por el que ahora nos comunicamos. El cambio está siempre entre nosotros hasta que un día es tan evidente como lo fue para el pobre Gregor Samsa, protagonista de una novela que lleva este nombre, tan importante como para dejarnos el adjetivo “kafkiano” quien “al despertar de un sueño intranquilo se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto”. No esperemos a llegar tan lejos.
Rafael Santandreu Lorite (Barcelona, 8 de diciembre de 1969) es un psicólogo español, formado inicialmente en la Universidad de Barcelona. Tras una etapa como profesor de la Universidad Ramon Llull, en la actualidad, dedica buena parte de su tiempo a la docencia y a la divulgación tanto en los medios de comunicación como con publicaciones como esta que reseñamos hoy.